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jueves, 29 de diciembre de 2011

POR UNA EDUCACIÓN DE LA ADOPCIÓN

En el ámbito educativo, no se ha difundido todavía suficientemente la “Guía sobre la adopción dirigida a los educadores”, publicada originalmente en inglés en el año 2000, por Robin Hilborn, creador y editor de la excelente página web Family Helper Magazine (http://www.familyhelper,net/), y traducida al español por N. Chiner y postadoption.org.
Por su sentido común y su claridad, me permito resumir algunos puntosa y añadir alguna sugerencia personal, pues, de momento, es lo más básico, sencillo y claro que a cualquier adoptante, profesional de la salud, educador o periodista podría ayudarle para interirorizar ciertas actitudes y cierto lenguaje que facilitaría su labor.
Para comenzar, se exponen diferentes situaciones de la realidad que pueden vivir los niños:
  1. Familia tradicional: menor que vive con el padre y la madre que lo ha traido al mundo.
  2. Menor que vive con un solo progenitor
  3. Menor de padres separados o divorciados. Puede vivir con uno, con los dos alternamente o, incluso, además, con el padrastro o la madrastra si uno de los dos progenitores o los dos se vuelven a casar.
  4. Menor en acogida, con padres de acogida y padres biológicos. Puede tener o no contacto con éstos, según la situación. A veces, desafortunadamente se producen cambios de las familias de acogida.
  5. Menor adoptado, con padres adoptivos y padres biológicos. En la mayoría de los casos, sobre todo en las adopciones internacionales, el menor adoptado desconoce sus raíces.
Los siguientes tres módulos intentan paliar el sentimiento de exclusión o marginación que pueden vivir todos estos menores cuando se habla del árbol genealógico o de la historia y características familiares en clase.
A continuación, se trata de sensibilizarnos y tener cuidado con ciertas expresiones.
No existen “madres naturales”, sino “madres biológicas” y “madres adoptivas”, pues, en otro caso, parecería que las no “naturales” serían “antinaturales”. Por supuesto, no existen “hijos naturales”, ni “hijos ilegítimos”. ¿Cómo podría ser cualquier hijo “antinatural” o dudarse de su legitimidad de existir, una vez que ya ha llegado el mundo? Todo esto tiene que ver con estar atentos para que en nuestro entorno los menores adoptados no sean objeto de desconsideración, aunque sea inconsciente, ni de falsa compasión.
Cuando los menores adoptados están delante, es mejor no hacer ninguna referencia a este asunto, salvo cuando los mismos niños susciten la cuestión o se trate de una exposición pedagógica. Para ello, es necesario tener siempre en cuenta, y explicitarlo, que se puede formar parte de una familia de nacimiento, de acogida o de adopción. Que todas ellas son aceptables. Que la felicidad y el amor de cada familia no se miden por el modo en que está constituida. La adopción es una forma más de entrar en una familia. No es un estado ni un inconveniente. Por ello, nunca debe decirse “fulanito es adoptado”, sino “fulanito fue adoptado”. Así queda claro que es una circunstancia, como nacer en una ciudad o en otra, pero no un estado civil ni un estado que imprima carácter.
Todo esto irá conformando una cultura más amplia. Y así como son los hijos quienes enseñan a los padres en muchas ocasiones hábitos más sanos de alimentación y de reciclaje ecológico, porque lo han aprendido en la escuela, también pueden ir corrigiendo a los padres y madres no adoptivos ciertas palabras y formas de expresión cargadas de emoción y prejuicio, que amplifican la ausencia de lazos de sangre como algo terrible. Es muy frecuente oír preguntas hechas por adultos del tipo: ¿Pero se sabe quiénes son sus verdaderos padres? Ante preguntas tan atávicas, que personalmente me parecen decimonónicas o, cuando menos, anticuadas, sólo se puede responder: “Los verdaderos padres somos nosotros. De los biológicos, desgraciadamente no sabemos nada, pero les estamos infinitamente agradecidos por haber puesto en el mundo a  estas preciosidades, y sentimos mucho que por sus circunstancias no hayan podido disfrutar de ellas”.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

INFANCIA SIN PADRES

En este enlace se puede ver un breve resámen de un documental de la noche temática en el que miles de niños esperan ser adoptados en orfanatos de todo el mundo, estas adopciones se complican cuando los niños crecen.
En EE.UU se aplican técnicas de marketing para acelerar la adopción, los niños son expuestos a cientos de personas como si estos fueran productos de los cuales vas a comprar uno.

http://www.rtve.es/television/20110711/noche-tematica-infancia-sin-padres/446990.shtml

jueves, 22 de diciembre de 2011

LOS NIÑOS DE NADIE

 “Los niños de nadie” los cuales, por una razón o por otra, han pasado a manos del Estado, del centro o familia de acogida y de su familia biológica.
Cuando por muchas posibles razones se estima que una familia no puede hacerse cargo de un hijo/a, por norma general, en España estos niños pasan a estar bajo la tutela del Estado, pudiendo ser acogido en un centro profesionalizado o en una familia.
Existen dos tipos de recursos que utiliza el sistema de protección social a la infancia: la adopción y la acogida. Para los que no lo sabéis, la adopción, cuando es ratificada por el juez, es una medida permanente que rompe el vínculo del niño con su pasado. En cambio la acogida es una medida limitada en el tiempo. Es decir, las personas que acogen a un niño serán responsables de él durante un período que variará en función de las características del niño acogido y de las circunstancias puntuales de su propia familia. En principio, la finalidad de ambos es proporcionar a todos los niños que estén en situación de desamparo un contexto seguro, permanente y estable en una familia de forma temporal o definitiva, cuando la suya propia, de forma temporal o definitiva, no puede hacerse cargo de ellos adecuadamente.
En España hay más niños en situación de acogida que en adopción dado que nuestras leyes dan prioridad al cuidado del niño por parte de su familia biológica.
Esta opción trata de que los niños sean atendidos por una familia que sustituye temporalmente a la suya. Sin embargo, las Administraciones no encuentran suficientes familias dispuestas a aceptar estas condiciones (más abajo entenderemos por qué), como consecuencia, estos niños son amparados por las instituciones públicas, en sus centros de acogida o centros residenciales.
Una vez dicho esto ¿Debe ser siempre prioritario que la niña o niño sea cuidado por su familia biológica? ¿Dónde empiezan los derechos del niño y dónde acaban los de su familia biológica?
Es obvio que hay situaciones y situaciones, incluso que hay algunas en las que la intromisión del Estado puede ser exagerada y evaluar el bienestar del niño valorando los recursos económicos de una manera tan formal y burocrática que deje de lado a familias que viven, de alguna manera, al margen del sistema, sin que en realidad eso deba significar el malestar de sus hijos.
Pero ser familia biológica se es simplemente habiendo mantenido relaciones sexuales sin protección, después si eres buena familia o no es otro tema.
Este es un tema que me afecta directamente por diversas razones, que me preocupa y por el que he tenido diferentes vivencias en las que he podido ver como los niños han de pagar por lo que han hecho sus padres, por las decisiones irresponsables de éstos y en las que estos  han tenido derecho a hacérselo pagar, es por eso que quizá no pueda ser objetiva.
Pero en mi opnión, en algunos casos, sus lazos familiares pueden mantenerles hasta los 18 años en “standby” esperando el momento en que su familia se decida por responsabilizarse de ellos o seguir ahorcándole con sus lazos familiares.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LOS VINCULOS DE APEGO EN NIÑOS INSTITUCIONALIZADOS

      Los centros de protección de menores son lugares donde viven niños, (el caso que nos ocupa niños entre 0 y 3 años), que se encuentran en situación de desamparo, de riesgo social, o casos en los que se han producido casos de negligencia en los cuidados básicos del bebe por sus padres. Estos centros son temporales hasta que sean adoptados por otra familia o vuelvan con su familia tras haberse corregido los problemas por los que el menor entro en el centro.

      Permanecen dentro del centro en todo momento con los cuidadores que son los encargados de los cuidados básicos y sobre todo de ofrecerles seguridad y cercanía. A través de esta relación tan cercana los menores crean un vínculo afectivo con sus cuidadores “el apego”.

      El apego es un vínculo afectivo incondicional y duradero que se va construyendo, va creciendo y cambiando a lo largo de la vida.
Como ya planteó Ana Freíd en su día el potencial de apego siempre esta presente y cuando un niño siente la carencia de un apego, una figura a la que apegarse rápidamente, se fija en otra persona.
Bowlby   en los años 70 expuso que estos niños, (niños que están en centros institucionalizados), tenían dificultades a la hora de formar o mantener relaciones cercanas y se atribuía a la carencia que habían tenido de un fuerte apego con su madre en los primeros momentos de la infancia.

      Los cuidadores son un recurso temporal en la vida del niño e intentan que sigua una evolución lo más normal posible. Estos cumplen las funciones de seguridad y cercanía, lo que hace que los niños establezcan apego con ellos, mostrando signos de alegría al verlos y llanto cuando se van, y prefieren a sus cuidadores frente a otras personas. El apego que se establece con los cuidadores de centros institucionalizados se llama “apego de transición”, ya que su estancia allí es algo temporal.