Por su sentido común y su claridad, me permito resumir algunos puntosa y añadir alguna sugerencia personal, pues, de momento, es lo más básico, sencillo y claro que a cualquier adoptante, profesional de la salud, educador o periodista podría ayudarle para interirorizar ciertas actitudes y cierto lenguaje que facilitaría su labor.
Para comenzar, se exponen diferentes situaciones de la realidad que pueden vivir los niños:
- Familia tradicional: menor que vive con el padre y la madre que lo ha traido al mundo.
- Menor que vive con un solo progenitor
- Menor de padres separados o divorciados. Puede vivir con uno, con los dos alternamente o, incluso, además, con el padrastro o la madrastra si uno de los dos progenitores o los dos se vuelven a casar.
- Menor en acogida, con padres de acogida y padres biológicos. Puede tener o no contacto con éstos, según la situación. A veces, desafortunadamente se producen cambios de las familias de acogida.
- Menor adoptado, con padres adoptivos y padres biológicos. En la mayoría de los casos, sobre todo en las adopciones internacionales, el menor adoptado desconoce sus raíces.
A continuación, se trata de sensibilizarnos y tener cuidado con ciertas expresiones.
No existen “madres naturales”, sino “madres biológicas” y “madres adoptivas”, pues, en otro caso, parecería que las no “naturales” serían “antinaturales”. Por supuesto, no existen “hijos naturales”, ni “hijos ilegítimos”. ¿Cómo podría ser cualquier hijo “antinatural” o dudarse de su legitimidad de existir, una vez que ya ha llegado el mundo? Todo esto tiene que ver con estar atentos para que en nuestro entorno los menores adoptados no sean objeto de desconsideración, aunque sea inconsciente, ni de falsa compasión.
Cuando los menores adoptados están delante, es mejor no hacer ninguna referencia a este asunto, salvo cuando los mismos niños susciten la cuestión o se trate de una exposición pedagógica. Para ello, es necesario tener siempre en cuenta, y explicitarlo, que se puede formar parte de una familia de nacimiento, de acogida o de adopción. Que todas ellas son aceptables. Que la felicidad y el amor de cada familia no se miden por el modo en que está constituida. La adopción es una forma más de entrar en una familia. No es un estado ni un inconveniente. Por ello, nunca debe decirse “fulanito es adoptado”, sino “fulanito fue adoptado”. Así queda claro que es una circunstancia, como nacer en una ciudad o en otra, pero no un estado civil ni un estado que imprima carácter.
Todo esto irá conformando una cultura más amplia. Y así como son los hijos quienes enseñan a los padres en muchas ocasiones hábitos más sanos de alimentación y de reciclaje ecológico, porque lo han aprendido en la escuela, también pueden ir corrigiendo a los padres y madres no adoptivos ciertas palabras y formas de expresión cargadas de emoción y prejuicio, que amplifican la ausencia de lazos de sangre como algo terrible. Es muy frecuente oír preguntas hechas por adultos del tipo: ¿Pero se sabe quiénes son sus verdaderos padres? Ante preguntas tan atávicas, que personalmente me parecen decimonónicas o, cuando menos, anticuadas, sólo se puede responder: “Los verdaderos padres somos nosotros. De los biológicos, desgraciadamente no sabemos nada, pero les estamos infinitamente agradecidos por haber puesto en el mundo a estas preciosidades, y sentimos mucho que por sus circunstancias no hayan podido disfrutar de ellas”.
Hace años, una amiga adoptó a un niño.
ResponderEliminarCuando el peque contaba con tres o cuatro años, le dijo algo que la marcaría por siempre.
"Gracias por ser mi madre".
Mientras el niño se lo decía, rodeándola con sus infantiles brazos, mi amiga se sintió inmesamente afortunada, porque era madre.
Aquel peque ya no es tan peque, y mi amiga hace ya unos cuantos años que falleció. Sin embargo, mientras leía tu post, no he podido evitar recordar sus ojos aguados y brillantes mientras me relataba cómo su hijo la había abrazado aquel día, mientras decía:
"Gracias por ser mi madre".
Me ha gustado mucho esta entrada. Un beso